Casi ningún cristiano evangélico se define como protestante, de hecho, muy pocos realmente entienden lo que connota esta categoría y su significado dentro del cristianismo histórico, sin embargo, no existiría ningún cristianismo evangélico en el mundo sin el movimiento reformado protestante. Pero hagamos primero un poco de historia, situémonos en el siglo XVI, más precisamente en 1517, en la ciudad de Wittemberg Alemania, donde un monje agustino llamado Martín Lutero el 31 de Octubre de este año, publica en las puertas de la catedral un manifiesto con 95 tesis en su propósito de reformar a la iglesia católica y en pos de la unidad de la cristiandad. Lutero no quería formar una religión diferente, tampoco pretendía ser un iluminado especial, o tener una nueva revelación, pese a eso si cuestionó profundamente todos los principios de la cristiandad de su época, desde el canon hasta las practicas litúrgicas; pero todo comenzó gracias al cobro de indulgencias por parte de Jhon Tetzel quien encomendado por el papa y utilizando medios bastante teatrales convencía a las personas más ignorantes de su época, de que comprando una indulgencia, un ser querido o ellos mismos podrían salvarse del purgatorio.

Este principio repugnó a Lutero, ya lo venía haciendo desde antes cuando se dio cuenta de la opulencia del papado y la pobreza de los romanos en su primera visita a la emblemática ciudad, Lutero no entendía como era posible que cobraran por la salvación del alma, más aun cuando leyendo Romanos 1:17 entendió que el Justo por la Fe vivirá, no por obras, no por comprar una indulgencia, no por pagar un impuesto, definitivamente no, nada podría comprarle la salvación, pues esta era obtenida por Gracia, y he aquí varios principios fundamentales del verdadero protestantismo, solo la Fe salva, y somos salvos solo por Gracia, no por obras. Estos dos principios fundamentales están como todos los demás absolutamente ligados el uno del otro, el protestantismo histórico y todas las denominaciones llamadas evangélicas, desde las reformadas pasando por las pentecostales y neo pentecostales, deberían en teoría aceptar este principio, de hecho creo que el trastocar cualquiera de los cinco puntos fundamentales del protestantismo (los otros tres los abordaremos en otro artículo) es salir de la ortodoxia cristiana, por ende una denominación que no los comparta no puede llamarse protestante o evangélica, se preguntará usted ¿acaso la salvación solo por Fe y solo por Gracia no es creída y predicada por todas las denominaciones evangélicas?, mi respuesta es sí, y no; básicamente todas las denominaciones evangélicas tienen en su declaración de fe estos dos puntos fundamentales, pero en la práctica, hay muchas que no los creen realmente o los creen a medias o simplemente los ignoran; por ejemplo, si la salvación es solo por gracia como declara la escritura y profesó la reforma protestante, ¿Porqué pensar que debemos cumplir la ley para ser salvos?, ¿acaso no la cumplimos precisamente porque ya somos salvos?, ¿acaso las obras no son el producto de la salvación y no su causa?, pero eso no es lo que se predica en muchas congregaciones llamadas protestantes, muchas hoy en día se someten voluntariamente a las obras de la ley y no a la gracia divina, dicen creer en salvación por gracia pero juzgan a quienes no diezman o se visten de ciertas formas como condenados por sus actos, que en muchas oportunidades no podríamos denominar siquiera de pecaminosos.

Tienes que hacer esto o aquello, para ser salvo, debes pagar el diezmo, las primicias, pactar etc, es el mismo principio de Tetzel contra el que luchó bíblicamente el reformador, pensar que por pagar dinero compramos el cielo. “Es un acto de obediencia” dirá alguno, y ¿que acaso los que tienen la gracia de Dios no obedecen voluntariamente, precisamente porque han sido salvados?, ¿que acaso hacer esto para garantizar la salvación no sería salvación por obras?, “NO” promulgaría otro, “es que el cielo no es para ladrones dice Malaquías 3:8 ¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me estáis robando. Pero decís: “¿En qué te hemos robado? En los diezmos y en las ofrendas.”, y más allá de indicar que este texto es para los hijos de Jacob y no para la iglesia Universal, y de argumentar hasta la saciedad que el diezmo no es una obligación para el cristiano, la mayoría de predicadores pentecostales y neo pentecostales que se creen herederos de Lutero, contradicen flagrantemente dos de los principios fundamentales de la reforma, la sola fe y la sola gracia, ¿Por qué? Porque además de la fe y la gracia, para ellos está el diezmo moderno (forma contemporánea de las antiguas indulgencias), la obediencia a rituales, el vestirse como ellos creen que es correcto, desde su propia subjetividad, y usando textos bíblicos generales como si hablaran de cosas específicas y particulares, y aun olvidándose que la salvación es por gracia y que la ley no es más que un ayo, una guía, nos muestra lo que se hace para condenación, pero la gracia nos muestra lo que Dios hizo para darnos vida (Gal 3:24).

Y ni para que hablar de las iglesias judaizantes que para nada evocan el pensamiento reformador de Lutero, y que se enfocan más en prácticas y rituales judíos como el sábado que en el hecho de que todo en la ley no hacía más que apuntar hacia Cristo Jesús, que el espíritu de la ley es evidenciar a Jesucristo y su obra salvífica, y no esclavizar al hombre con una serie de rituales para su salvación, porque como ya dijimos la biblia nos enseña que la salvación es por gracia (Ef 2:8-9, Gal 2:21, Rom 8:3, Rom 11:6, Gal 5:4, Rom 3:20-30, Gal 2:16…etc). Pero claro entendemos, condiciones como el diezmo, rituales como pactos, o los llamados “actos proféticos” hacen crecer la membresía de personas habidas de un becerro de oro, que en su naturaleza humana necesitan creer en el fondo que su salvación depende de ellos mismos, ¡Cuanto más fácil sería simplemente depositar tal responsabilidad en las manos divinas y no en las de nosotros mismos que somos imperfectos y pecadores! Así pues, estas iglesias que predican la gracia a medias se han enriquecido, tienen lujosos templos, medios de comunicación, colegios, hospitales y empresas de todo tipo, claro “sin ánimo de lucro”, pues por lo menos eso es lo que dicen; sin embargo sus líderes viven en lujosas mansiones, se autoproclaman como ungidos, se hacen venerar por una supuesta autoridad pastoral, andan en autos lujosos con guarda espaldas y llenos de poder y dinero, todo lo que Lutero detestó de la opulencia romana, todo contra lo que el luchó pretendiendo una Iglesia menos ostentosa, más sencilla y cercana al pueblo y sus necesidades.

El principal conflicto entre Lutero y el Papa no era siquiera teológico, sino de practica cristiana, Lutero entendía a Cristo y sus apóstoles como personas sencillas, que se sacrificaron por su causa, quienes pudiendo sacar provecho de su posición, nunca lo hicieron, sino que en medio de penurias y necesidad sacaron adelante su misión, por eso Lutero luchó por una liturgia más sencilla, además de la austeridad de los clérigos y el sacerdocio universal de los creyentes (1 Ped 2:9), es decir, todos somos sacerdotes, no necesitamos a un ungido que nos acerque a Dios, él está disponible para todos nosotros ahora mismo, pero eso no es lo que muchas iglesias evangélicas predican hoy en Día, sus líderes parecen pequeños pontífices intocables, sus reuniones tienen más rituales que el Te Deum católico, sus pastores están tan lejos de la grey que siquiera los han visto en persona, la biblia ya no es asequible para todos, pues la única interpretación valida es la oficial, y así como a Lutero ¡cuidadito si opinas algo diferente!. Cada vez que alguien me cuestiona por qué critico a diferentes congregaciones o iglesias, pastoreso líderes, viene a mi mente la imagen del reformador, quien criticó en sus textos tajantemente a la iglesia de su época, hasta el punto de saber después de la Dieta de Worms, que su cabeza tenia precio. Cuando la gente me dice que solo ore y lo ponga todo en manos de Dios pienso ¿existirían los evangélicos si Martín solo se hubiera dedicado a orar y no hubiera decidido actuar?, ¿Qué sería de la cristiandad si no hubiesen aparecido hombres como él o como Calvino, o como el mismo Wesley?, pero claro la mayoría de quienes me dicen estas cosas no conocen la biblia, mucho menos la historia de estos reformadores y como sin su crítica, denuncia y lucha, ellos mismos ni siquiera serian evangélicos, aún más cuando protestan por mi forma sarcástica de hacer crítica, recuerdo a Lutero y sus discursos sarcásticos e irónicos, criticando al cardenal Cayetano y al Papa, como cuando afirmó “Su infernalidad, el Papa”. (en lugar de “Su santidad, el Papa”) iPor eso somos protestantes, y no es un apelativo peyorativo, el primer protestante fue nuestro Señor Jesucristo, protestó en contra de la hipocresía de los religiosos de su época, y no lo hizo con palabras dulces, denunció a los fariseos como hipócritas y sepulcros blanqueados (Mat 23:27-32), de hecho Jesús habló más en contra de los religiosos que del Estado, aun siendo el estado romano tan injusto y opresor con los judíos, el señalamiento y la protesta de Cristo fue en contra de los religiosos específicamente. Ser protestantes no es siquiera ser como Lutero, él mismo cometió muchos errores en cuanto a práctica y doctrina, pero nos señaló el camino, el mismo camino que la biblia nos señala desde antaño, ser protestante es ser como Cristo, denunciar la hipocresía como Cristo lo hizo, sacar a los mercaderes de la fe como Cristo lo hizo (Mrc 11: 15-18, Jn 2:13-22), denunciar la herejía como Cristo lo hizo, pero sobretodo, llevar sobre sí mismo la consecuencia de su protesta, por eso afirma “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame. Mrc 8:34”, esa es finalmente la paga por una protesta justa.

El verdadero protestante entiende que no debe creer ciegamente, que es Jesús su maestro, su sumo sacerdote y su fiel pastor, es ejemplo en todo y para todos, y tal como él llevo hasta la muerte su protesta, de la misma manera el protestante debe llevar hasta la muerte sus palabras, palabras que retumbaron en la Europa del siglo XVI, palabras de vida que han vuelto a perderse en muchas congregaciones modernas, palabras de gracia y fe, las palabras que hacen del cristiano alguien realmente diferente, alguien que protesta contra todo aquello que se levante en contra del conocimiento de Dios, por amor de su nombre (1Cor 10:5).

i De Contra el papado de Roma fundado por el Diablo, pg. 264, Obras de Martín Lutero, Vol. 41

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